Por: Marco Tena
Esa imagen de un Medio Oriente desolado, devastado y sufriendo los estragos de la guerra, probablemente popularizada por el gran auge de películas militares de la famosa e infame Hollywood, no podría estar más alejada de las experiencias que se pueden vivir hoy en día en el Medio Oriente como turista. Sin duda una región que a la que no es fácil llegar, el largo recorrido para visitar estas tierras comienza a cobrar sentido cuando millones de años de antigüedad de la humanidad se desenvuelven frente a tus ojos en cada esquina que recorres.
Beirut, conocida como Paris del Medio Oriente, es la capital de Líbano y una de las ciudades más interesantes como punto de partida, tanto geográficamente, como lógicamente, para comenzar una expedición por el Medio Oriente. La antigua colonia francesa se ha visto inmersa en conflictos políticos y sociales que han moldeado una identidad rígida nacional que hace fascinante hablar y conocer diversos puntos de la vida con gente que puedes conocer mientras visitas un lugar con café y dátiles frescos para disfrutar.
Un lugar perfecto para llegar a descansar es el Four Seasons de Beirut, que tiene la alberca más alta de la ciudad y un equipo profesionales deseosos de presentarle a la gente y los lugares que hacen vibrar a esta elegante y acogedora ciudad. Desde el hotel en el centro de la ciudad, cualquier visitante puede salir a explorar los efervescentes mercados de la capital, admirar las antiguas ruinas, tomar el sol a lo largo de nuestra costa mediterránea y descubrir las maravillas naturales que se encuentran en las montañas nevadas del Líbano, a poca distancia en coche.
La ciudad que obtiene su nombre de la palabra del fenicio equivalente a “pozos”, se encuentra relativamente cerca de mis tres recomendaciones personales que todo viajero debe ver en Líbano: Biblios, la Gruta de Jeita y Balbek.
Bilbios, conocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se estima por expertos que fue ocupada por primera vez entre el 8800 y el 7000 a.C. y que estuvo habitada de forma ininterrumpida desde el 5000 a.C. convirtiéndola así en una de las ciudades habitadas más antiguas del mundo. Durante su historia, Biblos formó parte de numerosas civilizaciones, como la egipcia, la fenicia, la asiria, la persa, la helenística, la romana, la fatimí, la genovesa, la mameluca y la otomana. Un sitio comúnmente frecuentado por Marlon Brando y Frank Sinatra, hoy está recobrando el glamour que algún día llegó a tener esta ciudad en los sesenta o setenta.
La Gruta de Jeita, “cuasi” ganadora del premio a las 7 nuevas maravillas, es un sistema de dos cuevas de piedra caliza, separadas pero interconectadas, que abarcan una longitud total de casi 9 kilómetros. Las cuevas están situadas en el valle de Nahr al-Kalb, en la localidad de Jeita, a 18 kilómetros al norte de la capital. Aunque estuvo habitada en tiempos prehistóricos, la cueva inferior no fue redescubierta hasta 1836 por el reverendo William Thomson; sólo puede visitarse en bote, ya que canaliza un río subterráneo que proporciona agua potable a más de un millón de libaneses.
Baalbek, antiguamente conocida como Heliopolis, alberga diversos templos que incluye dos de las mayores y más grandiosas ruinas de templos romanos: el Templo de Baco y el Templo de Júpiter, una ciudad que fue tanto griega, como romana como otomana, este patrimonio de la humanidad ofrece la oportunidad de conocer la ciudad actual, y por medio de una iniciativa novedosa, conocer como se veía a través de los años. Antes de regresar a Beirut es posible conocer la ruinas de Umayyad, y a Ksara, claro no sin antes disfrutar de un delicioso meze.
El siguiente destino después de Beirut es Amán, una bella ciudad jordana que se planta como la llave de acceso para la monstruosa, sin encontrar otra palabra para describir el inmenso coloso desértico, Petra. Amán en sí tiene su relativo encanto, encontrándose a sólo 45 minutos del supuesto río en donde fue bautizado Jesús.
Con inmensa influencia beduina más allá de la mezcla de civilizaciones que vio el territorio de Jordania, Petra hoy se erecta como una de las nuevas 7 maravillas del mundo, nombrada así desde el 2007, la ciudad era antiguamente conocida como una de las cunas del comercio nomada. En la época bizantina se construyeron varias iglesias cristianas, pero la ciudad siguió decayendo y, a principios de la época islámica, quedó abandonada salvo por un puñado de nómadas. Permaneció desconocida hasta que fue redescubierta en 1812 por Johann Ludwig Burckhardt.
El acceso a la ciudad se realiza a través de un camino de 1,2 km llamado Siq, que conduce directamente al Khazneh. Famosa por su arquitectura excavada en la roca y su sistema de conductos de agua, Petra también recibe el nombre de “Ciudad Rosa” por el color de la piedra con la que está tallada. La UNESCO ha descrito Petra como “uno de los bienes culturales más preciados del patrimonio cultural del hombre” Petra es un símbolo de Jordania, así como la atracción turística más visitada del país.
Mi recomendación para viajeros de lujo que viajen a Petra siempre va a ser el Movenpick Resort Petra. Este Exquisito hotel de la cadena Accor situado directamente a la entrada de la histórica ciudad rosa es sin duda uno de los hoteles más notables de Oriente Medio. El complejo es famoso por su intrincado diseño interior de estilo árabe y su colección de antigüedades y obras de arte donde siempre hacen sentir al cliente en casa, a pesar de estar en medio del desierto. De aquí se puede visitar el Mar Muerto, una de las experiencias que, en palabras no podría relatar.
La siguiente parada de este viaje llega por medio de Abu Dhabi, una de las ciudades más vibrantes del Medio Oriente, especialmente por su cercanía a la modernidad abrazada por su vecino Dubai, y las antiguas costumbres que se viven en las dunas desérticas que se encuentran a sólo unas horas de la ciudad.
El verdadero reto va a ser querer abandonar lo primero por esto último, más cuando mis principales recomendaciones, además de visitar la mezquita de la ciudad, es visitar el parque Ferrari con su debido fast pass (como Dios manda) mientras uno humildemente se hospeda en el St. Regis Saadiyat Island Resort, Abu Dhabi.
Con vistas a una playa inmaculada, al cerúleo Golfo Arábigo y al célebre Saadiyat Beach Golf Club,este complejo turístico de 5 estrellas ofrece una escapada serena y una cautivadora vida salvaje a pocos minutos del centro de Abu Dhabi y del distrito cultural de Saadiyat. Este hotel invita a sus húespedes a energizarse en su lujosa piscina cubierta o en las tres piscinas exteriores, o a tomar el sol en su playa privada de Abu Dhabi antes de cenar junto al mar en uno de los seis restaurantes y bares del destino.
St Regis Saadiyat Island Resort Abu Dhabi
Para seguir con este místico y maravilloso viaje uno se puede dirigir a las dunas del Desierto de Liwa, donde se encuentra el hotel Anantara Qasr Al Sarab, un lugar donde los viajeros pueden tomar baños al aire libre en las terrazas incluidas de cada habitación y realizar caminatas con camello. Tras un día de exploración del desierto, la piscina exterior rodeada de tumbonas y palmeras ofrece una actividad refrescante. También puede disfrutar de un relajante masaje en el spa del Anantara o probar el auténtico hammam. El restaurante Al Waha del Anantara sirve cocina árabe de calidad, y la comida del Suhail es de inspiración francesa. En el restaurante Ghadeer se sirven comidas ligeras en un entorno isleño al que se accede por puentes.
Dubai, la ciudad estado donde hace 40 años encontrábamos prácticamente nada, se ha posicionado con la capital del glamour y lujo del Medio Oriente y representa la penúltima parada de un viaje transformador y restaurador, en donde se puede reflexionar sobre las culturas conocidas y las experiencias vividas. Fundada en el siglo XVIII como un pequeño pueblo de pescadores, la ciudad creció rápidamente a principios del siglo XXI hasta convertirse en una metrópolis cosmopolita centrada en el turismo y la hostelería. Dubai es uno de los destinos turísticos más populares del mundo, lo que se debe a la mezcla de estilo de vida cosmopolita y cultura local, así como a que la ciudad es la segunda con más hoteles de cinco estrellas del mundo y el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa.
Mi recomendación personal para esta impresionante ciudad es el hotel Burj Al Arab Jumeirah, la famosa vela es un destello de maravilla arquitectónica que alberga suites de 2 pisos, donde puedes encontrar una cómoda piscina personal en el piso de abajo. Ubicado en una isla artificial, el mero hecho que cuente con una playa es una maravilla moderna, contando con experiencias especiales gourmet para todo tipo de paladares, y uno de los spas más refinados de todo el mundo.
Muscata, Oman, tierra donde vivía mi amigo ruso Oleg que conocí a la par de unas cervezas en un bar inglés de Vancouver, fue siempre relatada como una ciudad que tenía que conocer, porque, desde su punto de vista era la joya de la corona del Medio Oriente. Aunque para mi no se llevó el galardonado premio de mi gusto personal, guarda un lugar especial dentro de mi relato histórico personal porque por ahí se puede llegar a el galardonado complejo de playa Six Senses Zighy Bay, en Omán. No sólo es remoto, sino que no se parece a ningún otro lugar que haya visto antes: acunado por escarpadas montañas y sumergido en las aguas azul opalino de los fiordos de Musandam. Si eres fanático de Bond, este es su sueño hecho realidad. ¿En qué otro lugar del mundo puede elegir llegar en lancha rápida, en 4×4 o en parapente?
Enclavado en la espectacular península de Musandam de Omán, donde las escarpadas montañas se sumergen en vibrantes aguas esmeralda, a través de una playa de arena polvorienta, el complejo inspirado en los pueblos de Omán ofrece una gama de villas, suites y retiros frente a la playa, cada uno con una piscina privada, una casa de verano tradicional y el tiempo y el espacio para encontrarse a sí mismo. En nuestro hotel de Omán hay algo para todo el mundo, como una cena ecléctica con cocina local e internacional, un spa galardonado y una plétora de experiencias únicas.
Six Senses Zighy Bay
Para alejarse de los prejuicios que podemos tener sobre el Medio Oriente es necesario despejar la mente y abrirse a nuevas culturas, sabores, aromas, lugares que pueden generar un impacto duradero en el espíritu de un viajero. Sin duda el Medio Oriente representó una oportunidad para conocer nuevos aspectos personales, y permitieron hacer una reflexión interna que me recargó, mucho por el equilibrio entre el conocimiento y el descanso que uno puede encontrar en un viaje como estos.